¡Qué labios!

La tensión esta entre quién eres y quién podrías ser,
entre cómo es y cómo debería ser.

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-Canta. Búrlate y mófate, y ríete y búrlate. Pensar es libre.

-Ésa no es la música.

-Toca la canción con flauta y tamboril.

-¿Qué es esto?

-La música de nuestra canción, tocada por don Nadie.

Si eres hombre, muéstrate como tal. Si eres un diablo, como quieras.

- ¡Ah, perdona mis pecados!

-Quien muere paga sus deudas. ¡Te desafío!

- ¡Misericordia!

-¿Tienes miedo?

-No, monstruo, qué va.

-No temas; la isla está llena de sonidos y músicas suaves que deleitan y no dañan. Unas veces resuena en mi oído el vibrar de mil instrumentos, y otras son voces que, si he despertado tras un largo sueño, de nuevo me hacen dormir. Y, al soñar, las nubes se me abren mostrando riquezas a punto de lloverme, así que despierto y lloro por seguir soñando.

-Para mí esto va a ser un gran reino: tendré música gratis.

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No puedo seguir, señor; me duelen mis viejos huesos.

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